domingo, 25 de julio de 2010

Cuidado con lo que pides
Había sido un día duro, como todos los demás ultimamente.
Se dejó caer pesadamente en el sillón y contempló la estancia con aire distraído.
Papeles repartidos por doquier, persianas medio bajadas, la mesa puesta, nunca había estado tan desastrosa la casa.
Se iría a dormir, quizás mañana hubiese encontrado alguna respuesta, lo consultaría con la almohada.
Entró en la habitación, quitó la colcha azul y doblándola la dejó a los pies de la cama.
Se recostó en ella y permaneció a oscuras con los ojos abiertos.
La luz de la luna se colaba por la ventana, iluminando parte de la habitación.
Agradeció esta deferencia y aprovechando la ocasión se encomendó a la luna pidiéndole que la Vida le trajese alguna respuesta en poco tiempo.
A la mañana siguiente, muy de madrugada, llamaron a su puerta.
Se levantó medio dormido y antes de abrir preguntó:
-¿Quién es?
-Soy la Vida, te traigo una respuesta.
Pero él no se atrevió a abrirle.
Prefirió demorarlo todo, una vez más.

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