domingo, 18 de julio de 2010

La Queja
Cansado ya de ser un muñeco encerrado y helado entre cuatro paredes blancas y monótonas, Frozzen decidió que había que salir de allí.
Desde que lo trasladaron de las montañas a ese cubículo blanco, su única compañía habían sido dos brillantes botones negros, su sombrero rojo de fieltro y una zanahoría por nariz.
Se aproximó a la puerta, la empujó, la puerta cedió con facilidad y se deslizó al exterior.
-Voy a quejarme del trato recibido y no hay mejor forma de hacerlo que por escrito – se dijo. Así que se puso manos a la obra.
Buscó por la estancia papel, pluma y tinta.
Se subió a una de las sillas para alcanzar la mesa, ya que era de estatura pequeña.
Al principio no estaba seguro como iniciar el escrito. Se puso nervioso y empezó a sudar.
El papel se humedeció. Cambió la hoja por otra y comenzó de nuevo.
-Muy señores míos no entiendo porque me recluyeron en un lugar tan blanco y tan frío...
No sabía como continuar. Volvió a mojar el papel. Lo cambió.
-Muy señores míos no entiendo porque me recluyeron en un lugar tan blanco y tan frío. A pesar de que, según ustedes, era por mi bien....
Volvió a bloquearse. Esta vez el papel estaba más mojado todavía. Lo cambió otra vez.
-Muy señores míos no entiendo porque me recluyeron en un lugar tan blanco y tan frío. A pesar de que, según ustedes, era por mi bien, así que me voy de aquí, de este incomprensible encierro.
Saltó de la silla, se colocó con gracia su sombrero rojo, se dirigió a la puerta. La abrió con dificultad ya que estaba exhausto por el esfuerzo empleado en el escrito. Salió de allí con una sonrisa.
Al cabo de unos veinte minutos el conserje de guardia de la Facultad de Farmacia pasó por allí y justo delante de la puerta del Laboratorio de Física encontró un charco enorme, dentro del cual había un sombrero rojo, dos botones negros y una zanahoria.
-Ya han vuelto ha a hacer de las suyas estos chicos, la cuestión es hacerme trabajar - dijo algo molesto, pero en el fondo intrigado con su hallazgo.

No hay comentarios: