martes, 20 de julio de 2010

No buscó más sentido a....

No se había sentido tan cansada antes, sus piernas apenas le respondían.

Siempre recorría distancias largas, sin importarle el tiempo que tardara en llegar a su destino.
Incluso en ocasiones ese destino no existía, era mejor el placer de caminar y dejarse llevar.
Se sentó en un banco que encontró en el parque por el que se había perdido.
Apoyó la cabeza entre las manos y cerró los ojos.

Recordó el tiempo en que disfrutaba del aire que la envolvía, del paisaje, del cielo, de los árboles o incluso de la ciudad cuando se perdía por sus rincones.
En cambio el camino escogido esta vez era demasiado...., no sabía como definirlo.
Abrió los ojos, se acomodó en el banco, miró a la derecha, a la izquierda ¿por donde ir?
Lo único que sabía es que no se dejaría la piel en intentar llegar a ese destino.
Observó el rosal que crecía a unos metros de allí, sonrió con tristeza.
Ahora lo sabía, había estado acariciando un rosal salvaje y las espinas habían vencido sin remedio a las rosas.
Debía abandonar el rosal, dejar que creciera y repartiera su hermosura y aroma a otros que fueran capaces de no sentir el dolor de sus espinas clavándose en las yemas de sus dedos.
Se levantó del banco, se acercó al rosal, lo acarició por énesima vez cerrando los ojos, dos lágrimas se deslizaron por sus mejillas.
Mochila al hombro, desapareció por el fondo del jardín sin mirar atrás.

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