domingo, 25 de julio de 2010

Cuidado con lo que pides
Había sido un día duro, como todos los demás ultimamente.
Se dejó caer pesadamente en el sillón y contempló la estancia con aire distraído.
Papeles repartidos por doquier, persianas medio bajadas, la mesa puesta, nunca había estado tan desastrosa la casa.
Se iría a dormir, quizás mañana hubiese encontrado alguna respuesta, lo consultaría con la almohada.
Entró en la habitación, quitó la colcha azul y doblándola la dejó a los pies de la cama.
Se recostó en ella y permaneció a oscuras con los ojos abiertos.
La luz de la luna se colaba por la ventana, iluminando parte de la habitación.
Agradeció esta deferencia y aprovechando la ocasión se encomendó a la luna pidiéndole que la Vida le trajese alguna respuesta en poco tiempo.
A la mañana siguiente, muy de madrugada, llamaron a su puerta.
Se levantó medio dormido y antes de abrir preguntó:
-¿Quién es?
-Soy la Vida, te traigo una respuesta.
Pero él no se atrevió a abrirle.
Prefirió demorarlo todo, una vez más.

viernes, 23 de julio de 2010

All' Alba vincerò
La montaña era una de las más altas,
las aguas del río estaban revueltas y muy frías,
el azul del cielo se tornaba gris oscuro por momentos,
pero seguiría adelante.

Andó, corrió, saltó, escaló, nadó.
Lo importante debía ser no llevar demasiado equipaje
y mantener la mirada serena justo en el horizonte.

El sol vendría a verle mañana.
Lo esperaría.


Como regalo, una de las más bellas árias de Puccini "Nessum Dorma" "Que nadie duerma"

martes, 20 de julio de 2010

No buscó más sentido a....

No se había sentido tan cansada antes, sus piernas apenas le respondían.

Siempre recorría distancias largas, sin importarle el tiempo que tardara en llegar a su destino.
Incluso en ocasiones ese destino no existía, era mejor el placer de caminar y dejarse llevar.
Se sentó en un banco que encontró en el parque por el que se había perdido.
Apoyó la cabeza entre las manos y cerró los ojos.

Recordó el tiempo en que disfrutaba del aire que la envolvía, del paisaje, del cielo, de los árboles o incluso de la ciudad cuando se perdía por sus rincones.
En cambio el camino escogido esta vez era demasiado...., no sabía como definirlo.
Abrió los ojos, se acomodó en el banco, miró a la derecha, a la izquierda ¿por donde ir?
Lo único que sabía es que no se dejaría la piel en intentar llegar a ese destino.
Observó el rosal que crecía a unos metros de allí, sonrió con tristeza.
Ahora lo sabía, había estado acariciando un rosal salvaje y las espinas habían vencido sin remedio a las rosas.
Debía abandonar el rosal, dejar que creciera y repartiera su hermosura y aroma a otros que fueran capaces de no sentir el dolor de sus espinas clavándose en las yemas de sus dedos.
Se levantó del banco, se acercó al rosal, lo acarició por énesima vez cerrando los ojos, dos lágrimas se deslizaron por sus mejillas.
Mochila al hombro, desapareció por el fondo del jardín sin mirar atrás.
Corasón
¡Oh mi corasón! ¡Mi corasón!
Tu que viajas a lugares que no existen
y navegas sobre mares de papel, hilo y cartón.
Tu objetivo lo dibujas en el humo de quimeras,
mientras otros con más juicio
lo atan a cometas ligeras.

¡Oh mi corasón! ¡Mi corasón!
yo te pido con buen tino
no abandones mi destino,
porque ¿sabes corasón?,
corasón sólo hay uno
y aquí estamos tú y yo
para navegar en otros mares
y vivir sueños reales.

domingo, 18 de julio de 2010

Opciones
Ella era arquitecta, constructura y artesana.
Dibujaba planos, construía cosas a partir de ellos y creaba otras tantas con las manos.
Lo que más le gustaba dibujar en sus planos, dedicándole especial atención, eran espacios abiertos y los accesos para llegar a ellos, las puertas.
Lo mejor estaba también en construirlos, materializar su idea: el espacio abierto y la puerta que permitía disfrutar de él.
Todo ello lo compaginaba creando cosas absurdas quizás para los demás, porque de prácticas no tenían nada, pero geniales para Ella. Como una hucha sin ranura, una taza sin fondo, o un collar tan largo, tan largo que nadie lo podría llevar al cuello.
Un día la vida de Ella cambió.
Le prohibieron los espacios libres, los accesos a los espacios libres y las cosas que no tuvieren un uso concreto.
Ella se desesperó un tiempo, pensaba cómo era posible que hiciesen algo así, pero en el fondo los porqué de los demás no solucionan nada en tu vida, así que decidió buscar un camino alternativo para sentirse mejor.
Y pensando y equivocándose de nuevo, al final dió con la solución.
Cambió las puertas por ventanas y disfrazó en cosas útiles, aquellas que creaba y no lo eran tanto.
Siempre hay un roto para un descosido ¿o es al revés?
La Queja
Cansado ya de ser un muñeco encerrado y helado entre cuatro paredes blancas y monótonas, Frozzen decidió que había que salir de allí.
Desde que lo trasladaron de las montañas a ese cubículo blanco, su única compañía habían sido dos brillantes botones negros, su sombrero rojo de fieltro y una zanahoría por nariz.
Se aproximó a la puerta, la empujó, la puerta cedió con facilidad y se deslizó al exterior.
-Voy a quejarme del trato recibido y no hay mejor forma de hacerlo que por escrito – se dijo. Así que se puso manos a la obra.
Buscó por la estancia papel, pluma y tinta.
Se subió a una de las sillas para alcanzar la mesa, ya que era de estatura pequeña.
Al principio no estaba seguro como iniciar el escrito. Se puso nervioso y empezó a sudar.
El papel se humedeció. Cambió la hoja por otra y comenzó de nuevo.
-Muy señores míos no entiendo porque me recluyeron en un lugar tan blanco y tan frío...
No sabía como continuar. Volvió a mojar el papel. Lo cambió.
-Muy señores míos no entiendo porque me recluyeron en un lugar tan blanco y tan frío. A pesar de que, según ustedes, era por mi bien....
Volvió a bloquearse. Esta vez el papel estaba más mojado todavía. Lo cambió otra vez.
-Muy señores míos no entiendo porque me recluyeron en un lugar tan blanco y tan frío. A pesar de que, según ustedes, era por mi bien, así que me voy de aquí, de este incomprensible encierro.
Saltó de la silla, se colocó con gracia su sombrero rojo, se dirigió a la puerta. La abrió con dificultad ya que estaba exhausto por el esfuerzo empleado en el escrito. Salió de allí con una sonrisa.
Al cabo de unos veinte minutos el conserje de guardia de la Facultad de Farmacia pasó por allí y justo delante de la puerta del Laboratorio de Física encontró un charco enorme, dentro del cual había un sombrero rojo, dos botones negros y una zanahoria.
-Ya han vuelto ha a hacer de las suyas estos chicos, la cuestión es hacerme trabajar - dijo algo molesto, pero en el fondo intrigado con su hallazgo.

miércoles, 14 de julio de 2010

Puntos
Hay muchos puntos en la vida
tenemos los puntos sobre las íes, los más atrevidos
los puntos y seguido, los más cercanos
los dos puntos, los más explicativos
los puntos suspensivos, los más misteriosos
los punto y aparte, algo distantes
y el punto y final, el más triste.
Luego está el punto de Arquimides, sí ése con el que podias mover el mundo.
"Dame un punto de apoyo y moveré el mundo"
Lo malo de éste es que si lo pierdes te quedarás estático,
ni para delante ni para atrás.
Así que en caso de pérdida, robo o percepción errónea de tenencía
busca otro.
La cuestión es que Tu Mundo se mueva.