domingo, 8 de agosto de 2010

Podría ser emigrante.

¿Quien dice que ser emigrante es duro, difícil o penoso?.

Yo sería emigrante y emigraría a tu cuerpo.
Podría pasarme por tu pecho y acamparía allí, tranquila, segura. Cerraría los ojos y dormiría por un tiempo.
Podría pasarme también por tus brazos y tus manos, quizás por un temporada, alli no me sentiría nunca extraña.
Y es más, podría pasarme por tu ombligo, lugar perfecto para solicitar la tarjeta de residencia.
Si me la denegaran, mis pasos se dirigirían hacia el sur, pero eso no lo voy a escribir, ya sabes que es mucho mejor en directo.

Desde luego, si tuviera que establecer mi residencia definitiva, no hay quien pudiera convencerme de lo contrario, el destino final sería tu boca, tus labios.
El mejor emplazamiento en el mundo, sin lugar a dudas.

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